Salud

La figura de “Pelusa” Carrica está indisolublemente ligada a la lucha sindical en ATE, al Área Salud del Estado Nacional, al compromiso revolucionario y a la lucha por los Derechos Humanos.

Trabajador del Hospital Rivadavia desde principios de los años setenta, se afilió a ATE Capital siendo muy joven y nunca dejó de militar ni de transitar los pasillos de la histórica seccional porteña ni del Consejo Directivo Nacional del gremio de los estatales.

Militante de la Juventud Peronista y de la agrupación Montoneros, siguió el camino ideológico de su madre, Irma Laciar de Carrica, enfermera y maestra de enfermeras, que fuera secuestrada y desaparecida por la Dictadura Militar en marzo de 1977. Héctor, por su parte, como tantos otros militantes, se vio obligado a seguir el camino del exilio, a Brasil primero y luego a la lejana Suecia, después de soportar la tortura y la cárcel, sin perder sus convicciones.

Al regresar al país se incorporó al Ministerio de Salud como trabajador del área Mantenimiento. Al poco tiempo fue elegido secretario General de la Junta Interna retomando su militancia en ATE y en la agrupación Verde ANUSATE.

Fue secretario General de la Federación Nacional de Salud (CTA), Delegado Normalizador de ATE Chaco y director del Departamento de Derechos Humanos de ATE Nacional en su carácter de vocal del Consejo Directivo Nacional.

Bregó siempre por la memoria de su madre, ejemplo de lucha incansable por la Salud Pública, exigiendo justicia por el crimen cometido. Como responsable de DD.HH de ATE, trabajó tenazmente para conformar una lista definitiva de sus afiliadas y afiliados desaparecidos por la dictadura militar. También se sumó a la organización H.I.J.O.S.

Desde la Junta Interna del Ministerio de Salud luchó, junto a sus compañeres, contra el traslado de los hospitales nacionales a las provincias, las políticas neoliberales de ajuste y despidos tanto de Menem como de Macri, la degradación del Ministerio a Secretaría y, como siempre decía, contra “el genocidio por planificación de la desigualdad social”.

Cuesta aceptar su ausencia en los pasillos de la histórica sede de ATE Nacional, en los actos por los Derechos Humanos y las luchas revolucionarias del mundo que realizaba en el mítico Anfiteatro Eva Perón, en los homenajes a Irma y en cada lucha que llevan adelante los estatales y los organismos de Derechos Humanos.

Con la partida de “Pelusa” perdimos un compañero valioso, comprometido, valiente, un luchador incansable que brindó sus mejores esfuerzos a un sindicato que siempre lo extrañará.

Su ejemplo, como el de Irma, vivirá en nosotros.

Marcelo Paredes